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Abono de cereales, trigo y cebada

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Abono de cereales, trigo y cebada

La fertilización del cereal es una de las decisiones más importantes, tiene un peso económico alto, y más hoy en día, con fuertes presiones en el incremento del precio de insumos, costes de la energía, materiales... Cada céntimo que se invierte tiene que verse reflejado en el rendimiento, rentabilidad y calidad en la cosecha.

Este es un tema complejo la verdad, y cada año se plantea de forma distinta a los agricultores. Para tomar la decisión correcta hay que tener en cuenta varios factores como las necesidades del cultivo, meteorología, residuos del cultivo anterior, como está el suelo, etc.

El tipo de fertilización para el abono de cereales, tanto en trigo, cebada etc., en muchos casos puede deducirse en base a una experiencia local, para fijar las dosis de fertilización nitrogenada, estimando las necesidades de los cultivos en función del objetivo de producción, en base a la experiencia, aunque siempre es recomendable hacer análisis periódicos de nuestros suelos.

Conocimiento y análisis de las condiciones del suelo

El nitrógeno es fundamental para el crecimiento de la planta, pero tiene que interactuar con el potasio. El nitrógeno es un elemento que puede perderse fácilmente por lavados o escorrentías por la lluvia. Las mayores necesidades de nitrógeno son entre el comienzo del encañado, la floración y en el abonado de primavera.

Por otro lado, el potasio es esencial para el crecimiento y la calidad de la planta, y el fósforo favorece en el desarrollo radicular, para absorber nutrientes y aportar vigor, muy importante en la germinación y la nascencia. Es muy importante conocer las necesidades del cultivo en el aporte NPK, para planificar las dosis y aplicaciones antes de la siembra.

Conociendo estos datos llega el momento de escoger los fertilizantes adecuados, conocer la diferencia entre fertilizantes orgánicos y fertilizantes inorgánicos, es clave para realizar el abonado más adecuado para nuestro cultivo.

Además, tener en cuenta la rotación de cultivos para reducir la cantidad de abono a aplicar y mejorar la recuperación del suelo.